

No es la primera vez que me toca hablar de Magnum en la sección de Disco de la Semana. Lamentablemente, parece que será la última, ya que el fallecimiento del guitarrista Tony Clarkin a principio de año ha convertido a “Here comes the rain” en el cierre de su larguísima carrera y mi reseña no puede ser otra cosa que un epitafio de estos titanes británicos.
Es cierto que aún queda en activo el vocalista Bob Catley, cuya voz es un sello de identidad inconfundible del grupo, pero considerando que Clarkin era el compositor de prácticamente todo el material de la banda, es evidente que cualquier posible continuidad, aunque mantuviera el nombre, sería ya una historia diferente.
La verdad es que Magnum siempre fueron una presencia singular. Originarios del Birmingham de principios de los 70 no siguieron la estela de sus convecinos ilustres Black Sabbath y Judas Priest. Su música bebía más del hard rock con elementos del rock sinfónico y progresivo. Como no iniciaron su carrera discográfica hasta el final de esa década con: “kingdom of madness”, cuando la era del rock sinfónico tocaba a su fin y se iniciaba la nueva ola del heavy metal británico a veces se les asoció con este movimiento aunque pertenecieran a una generación anterior. Seguramente porque empezaron a alcanzar gran repercusión a partir de de “Chase the dragon” en 1982 y, sobre todo con su inigualable trilogía consecutiva de los ochenta, “Vigilante”, “On a storyteller’s night” y “Wings of heaven”. Al tiempo fueron acercándose de manera gradual al hard rock melódico lindando con el AOR. En su momento se comentaba que se habían americanizado, pero siempre me pareció que esto era sólo cierto hasta cierto punto. Incluso en el culmen de esta transformación con “Good Night L.A” (ilustrativo nombre sin duda) mantenían un sonido muy propio y un cierto sabor local que convivía con las obvias influencias del otro lado del Atlántico. Por eso tampoco encajaban dentro de la excelente generación de AOR británico ochentero en la que surgieron Virginia Wolf, FM, Shy o Strangeways. Durante el resto de su larguísima carrera han ido alternando de todo: parones, bandas alternativas, discos mejores, discos peores, bajas y altas de músicos… hasta llegar a este “Here comes the rain” de principios de este 2024.
Y la verdad es que cierran a lo grande. El inicio del álbum es espectacular, con cuatro canciones seguidas , “Run into the shadows”, “Here comes the rain”, “Some kind of treachery” y “After the silence”,que representan plenamente las mejores cualidades de Magnum: épica, elegancia y melodía. Sobre todo, “Some kind of treachery”, que me parece uno de los mejores temas que ha escrito Clarkin en los últimos años y que no desmerecería en ninguno de sus ya mencionados gloriosos trabajos de mediados de los ochenta, con una estructura entre medio tiempo y “power ballad” y un estribillo arrebatador. Aunque el resto del disco no mantiene un nivel tan alto sí que reúne un conjunto de estupendas composiciones que muestran elementos de todas las etapas de Magnum. Así, “Blue tango” es un tema directo y rockero, que encajaría sin problemas en obras como “Goodnight L.A” o en el proyecto de Hard Rain, mientras que en “The seventh darkness” aparecen arreglos de metales. siguiendo la linea que estaban marcando sus últimos trabajos, y un magnifico solo de saxo en la tradición de “Midnight (you won’t be sleeping)”,que es un recurso que siempre han sabido dosificar para darles un plus añadido de elegancia. También hay espacios para temas desnudos y emotivos como “Broken city” que muestran que Bob Catley sigue manteniendo un estupendo color de voz y que el rango que ha ido perdiendo con la edad lo ha ido ganando en matices y expresión.
Y que decir de las letras de Clarkin, que, como de costumbre, se apartan de los tópicos del estilo y se centran más en reflexionar sobre el mundo que le rodea.
Tampoco me gustaría dejar de mencionar la preciosa portada de Rodney Mathews, colaborador habitual, que se suma a otras magnificas portadas como la de “ On a storytellerer’s night” o “The serpent rings”. Siempre me ha sorprendido que Magnum hayan elegido con tanta frecuencia motivos de fantasía medieval, cuando su contenido lírico habitualmente está más ligado a la realidad y el tiempo presente. En cualquier caso se han convertido en otro elemento más que ha ayudado a configurar su personalidad visual como grupo, al igual que su imagen. Especialmente los sombreros y la barba larga de Clarkin, que les hace inmediatamente reconocibles.
Magnum se despiden siendo puro Magnum hasta el final y creo que es lo mejor que se puede decir. Nos han ofrecido una última colección de buenos momentos que sumar a tantos otros a lo largo de mas de 40 años, completando un legado que pervivirá en todos aquellos que hemos amado su música. Que la tierra te sea leve Mr Clarkin. Gracias por todo.
Oscar García del Pomar