

Irrumpieron en escena en 2022 con Yersinia Pestis, un golpe en la mesa que llamó la atención de todos los que disfrutamos de la teatralidad y la oscuridad encima de un escenario. La banda venía trabajando ya cuatro años antes de su debut, y la experiencia previa de los enmascarados en bandas de diverso calibre ya asomaba en aquel primer álbum.
Alabaren ha multiplicado a la banda en todas las direcciones posibles; hay más metal, es más siniestro, es más industrial, es más gótico, es más ambiental, es más Elizabeltz. Todo el álbum, y por tanto también los shows de presentación se convierte en una montaña rusa que rueda sin frenos en un parque de atracciones abandonado. Los viajeros quedan desconcertados, y bajan algo mareados, sin saber explicar con palabras qué es lo que han vivido.

Cualquier línea recta que intentes trazar entre su música y las de sus referentes acaba por torcerse. Como buen monstruo de Frankenstein ponen en vida fragmentos de otros cadáveres, para crear un Prometeo único e inusualmente bello a su manera.
Alabaren es la confirmación de que Elizabeltz poseen una amplia paleta de colores oscuros y los manejan con destreza para crear obras impredecibles. El hermetismo del Euskera les confiere un halo de misterio casi críptico. El arrojo de su directo, y la especial conexión espiritual que consiguen en sus shows está al alcance de pocos.