

Cinco años después del magnífico In Cauda Venenum, y con una pandemia de por medio, Opeth continúan su carrera, presentando un disco número catorce, que enseguida captó la atención de todo el mundo, al volver a incluir voces guturales después de más de quince años sin utilizarlas. Mikael Åkerfeldt afirma que nunca dijo que no volverían, pero puntualiza que durante estos años quería probar a hacer otro tipo de música y cree que con su último trabajo llegó al culmen de lo que tiene para ofrecer ahí.
Impulsado por el cambio de batería tras la salida de Martin Axenrot y la entrada de Waltteri Väyrynen y reforzado por la opinión de su segundo de abordo, Martin Méndez parecía un buen momento para volver a sonidos más extremos. Waltteri Väyrynen nació en 1994, cuatro años después de la formación de Opeth, pero pese a su juventud tiene un importante bagaje, habiendo formado parte de bandas como Paradise Lost, Vallenfyre o Bodom after Midnight y por su puesto Abhorrence que sigue compaginando con su actividad en Opeth.
Musicalmente el álbum no ofrece descanso. Las composiciones son inquietas, con muchísima información, y constantes cambios en la rítmica, la dinámica y los timbres. Hasta el punto que ellos mismos reconocen que hay un par de temas que no saben si serán capaces de tocar en directo en alguna ocasión. Con influencias admitidas, que van desde el dodecafonismo, hasta el musical Chess de Benny Anderson (Abba), Kate Bush, David Gilmour, la interpretación de la tradición de las melodías orientales a manos de Ritchie Blackmore o Jimmy Page o la forma de cantar de Scott Walker y David Bowie. Una pequeña muestra de la voracidad melómana de Mikael, que sigue sin mostrarse dispuesto a encajar en ninguna idea preconcebida, y aunque recupere elementos del pasado, continúa mirando hacia adelante.
Precisamente en este disco ha tenido la oportunidad de trabajar con dos de sus ídolos, Ian Anderson de Jethro Tull, que incluye narraciones y un solo de flauta travesera y Joey Tempest que aporta voces invitadas. El primero es un sueño que lleva persiguiendo desde la grabación de Heritage, y el segundo fruto de la amistad que durante estos años han ido desarrollando, y de la evidente admiración que Mikael siente por Europe, siendo la banda sueca de rock más importante de la historia.
The Last Will and Testament es en rigor el primer disco puramente conceptual de Opeth, narrando la historia de la lectura de un testamento de un rico patriarca conservador y clasista, en la Inglaterra de entreguerras. Párrafo a párrafo vamos a ir descubriendo junto a sus hijos sus oscuros secretos: La pareja nunca consiguió tener hijos juntos, así que el marido toma la decisión de dejar que su mujer sea fertilizada por otro hombre, fruto de esa unión nacen dos gemelos a los que desprecia, aunque mantiene el secreto para salvaguardar su dignidad. Más tarde y tras una infidelidad con una de sus criadas, nace una niña que queda huérfana por culpa de la polio. La mujer acepta adoptarla por caridad cristiana, aunque nunca llega a saber la verdad, ya que muere poco después.
Durante la lectura los gemelos son despreciados y desheredados, mientras que toda la fortuna y objetos de valor sentimental van a parar a manos de la hija menor a quien considera única legítima.
En la parte final del disco The Story Never Told, descubriremos q través de una carta, que la niña tampoco era suya, puesto que el patriarca era estéril y aunque efectivamente tuvo sexo con la criada, nunca la fecundó, y ella quedó embarazada de otro hombre. Por lo tanto, todos los esfuerzos por mantener la dignidad, el legado y la línea de sangre han sido en vano y ahí reside el sentido último de toda la historia.
El álbum se ha registrado en Rockfield Studios de Gales, donde la banda residió al completo durante toda la grabación. En este mítico estudio se han grabado grandísimos discos muchos de ellos admirados por la banda; Budgie, Hawkwind, Motörhead o Queen. El Bohemian Rhapsody se grabó ahí. The Last Will and Testament y en general Opeth, pertenecen ahí, entre los grandes. Treinta años de carrera sin mostrar signos de agotamiento creativo les presentan en justicia como una de las bandas más sólidas de la historia. Esperemos que aun les queden unos cuantos capítulos, tan excelentes como este, por narrar.