

Hace ya bastante tiempo que los países nórdicos se han convertido en una especie de reserva espiritual de estilos como el AOR, el hard melódico y similares. Cierto es que tenían ya una escena bastante potente en los 80, la década dorada del género, que empezó a alcanzar relevancia internacional siguiendo la estela del éxito multitudinario de EUROPE, con grupos como TNT, ALIEN, SKAGARACK, PRETTY MAIDS, TREAT, RETURN, GLORY, TALK OF THE TOWN y muchos otros, y que mantuvieron el tipo en los años oscuros gracias a bandazas como TALISMAN, SNAKES IN PARADISE o STREET TALK. Pero es con la entrada del nuevo siglo y una nueva generación encabezada por WORK OF ART, H.E.A.T o ECLIPSE cuando los países nórdicos se consolidan como el epicentro mundial del rock melódico y aledaños, ante el retroceso —por no decir debacle— cada vez más acusado del género en Estados Unidos. Una de las claves principales de este fenómeno, aparte de que han conseguido crear un sonido propio e identificable, es que siempre ha habido relevo generacional. De hecho, en este momento podríamos citar sin esfuerzo un buen número de nombres de incuestionable calidad, como PALACE, BOYZ FROM HEAVEN o REMEDY, que son ejemplos bastante recientes.
NESTOR, en principio, entrarían dentro de este grupo, ya que su andadura discográfica comenzó hace apenas tres años con el excelente Kids in a Ghost Town, cuya continuación, Teenage Rebel, es el objeto de esta reseña. Sin embargo, realmente esta gente empezó a finales de los 80, en plena efervescencia del estilo, siendo apenas unos adolescentes. Aquella primera encarnación del grupo tuvo un recorrido corto y sin trascendencia discográfica. Treinta años después lo han retomado y, a la segunda, ha sido la vencida. Ya causaron una gran impresión en el mundillo con su debut, pero con Teenage Rebel han conseguido dar un paso adelante más, realizando un ejercicio de estilo absolutamente impecable.
NESTOR dominan con maestría todos los recursos del género, y así nos encontramos con himnos apabullantes como “We Come Alive”, “Teenage Rebel” o “Victorious”; emotivas baladas, tanto en su versión power ballad en “The One That Got Away” como más íntima y delicada en “Daughter”. No falta el clásico medio tiempo en “The Last to Know”, con un inicio de guitarra que recuerda un poco a los mejores Def Leppard, y un estribillo sensacional. De hecho, las buenas melodías y los estribillos inolvidables son una constante a lo largo de todo el álbum, con especial relevancia en los temas más aoreros, como “Caroline” y “Addicted to Your Love”. Tampoco tienen problemas con composiciones un poco más rápidas y rockerillas, como “21”, con un gran trabajo de guitarra. Pero más allá de su innegable competencia como músicos, la clave está en su talento compositivo. Teenage Rebel es una sucesión de temazos uno tras otro, sin decaer desde la intro hasta el final con “Daughter”. De hecho, tengo la sensación de que si NESTOR hubiera editado esta obra en 1989, cuando empezaron, hubiera destacado igualmente sin desmerecer entre todos los clásicos que nos dio aquella época, aunque quizás todos estos años de pausa sean los que les han dado la madurez y habilidades para ejecutar un regreso tan impresionante.
En cuanto al apartado lírico, tanto el título del disco como la intro, en la que la actriz Freya Miller recita la Ley de Jante —un código de conducta de transmisión oral muy influyente en Escandinavia—, son sobradamente ilustrativos del concepto que sobrevuela todo el álbum. Sobre todo cuando, tras repasar todos los preceptos, acaba con un “Fuck that” para dar inicio a “We Come Alive”. También lo deja claro el final del maravilloso estribillo de “Last to Know” cuando canta: “…how I missed those days when we were seventeen…”, y por supuesto, todo el trabajo de diseño gráfico en la portada, plagada de referencias de los 80, como Samantha Fox o las películas Cobra y Viernes 13. Como ya hicieron en Kids in a Ghost Town, NESTOR han aprovechado esta segunda oportunidad para reivindicar su pasado como jóvenes rockeros. Fueron ellos mismos, en última instancia, los chicos en una ciudad fantasma y los rebeldes adolescentes a los que cantan. Este hecho les separa de bandas más jóvenes como PALACE o buena parte del movimiento retrowave, cuya estética y temática ochentera parte —como es lógico por edad— de una estilizada anemonia. En ese sentido, estarían más cerca, por ejemplo, de temas como “Days of Rock ‘n’ Roll”, del War of Kings de EUROPE.
En cualquier caso, más allá de todo este componente nostálgico, Teenage Rebel es un álbum sensacional, sin puntos flacos, destinado sin duda a convertirse en un clásico moderno del género.
Oscar García del Pomar