

Los asturianos Ritmo Vudú vuelven a la carga con su segundo trabajo de estudio y primer larga duración ‘El Demonio’, que sucede a su EP de presentación ‘Ritmo Vudú’ y que, como buen EP, se nos hizo muy corto dejando un gran sabor de boca y muchas ganas de más.
No en vano, ‘El Demonio’ es descaradamente continuista. Grabado de nuevo por Sergio Tutu (bajista de Los Deltonos y que ha trabajado con grupos como Ilegales, Dixebra, Desakato o los propios Deltonos), el disco nos da todo aquello que deseábamos después de su breve carta de presentación y logrando afianzar un sonido propio que se han ganado a pulso.
Este álbum es como un señor de mediana edad saliendo sin complejos por la noche de Oviedo con todo lo que conlleva. Un señor que se encuentra a gente que le ve como un “moderno”, siendo a la vez un “primitivo” para las nuevas generaciones que se imponen. Un señor que vive instantes tangibles de pura visceralidad, rodeado a ratos de mods en sus “Modbilettes” llenas de espejos, mezclados con otros momentos donde los avatares de la nocturnidad dejan la realidad más en segundo plano, momentos casi de ciencia ficción viejuna, dando entrada incluso a robots difíciles de identificar por los humanos. Y todo acompañado por el frenesí que supone bailar a ritmo, al “Ritmo Vudú”. Amor, desengaño, libertad, experiencias vitales y, si hace falta, viajes espacio-temporales… todo aquello que nos acompaña a los que seguimos deambulando más allá de la caída del sol, contado con la naturalidad subjetiva del que sostiene la penúltima cerveza que cierra el bar.
Este el mundo que han creado, pero contado y transmitido a través de su música con mucha más gracia, sin la pompa que supone explicar desde fuera y a posteriori algo tan carnal en una reseña formal.
De hecho, sus conciertos sí que son el claro reflejo de su disco y viceversa, pero con un punto más punk provocado por las revoluciones del directo. Las personalidades de Gus, Jota y Pablo son muy diferentes, y generan una química increíble. Hay un juego dialéctico constante entre ellos del que hacen partícipe al público. Desde el momento en el que nos cuestionan si el propio Jota es realmente un robot (quien ni lo confiesa, ni lo desmiente), amén de otros tantos momentos francamente divertidos, consiguen meternos en el universo que crean sus letras, casi sin enterarnos, mientras que su música deja los espacios y cortes necesarios para subrayar cada concepto. Casi como si, más que cantar, te lo espetasen a la cara.
En definitiva, Ritmo Vudú han tomado entidad propia con un primer larga duración que, sin embargo, como pestañees dos veces, te habrá pasado por encima sin que te enteres impregnándote de su esencia.
Juanma Pinto