No hay nada más lejos del sonido de este disco que las canciones del Maestro Manolo García, pero esa frase podría definir perfectamente la esencia del disco que tenemos entre manos: TRALLAZOS QUE (CASI) TAPAN TANTA VOZ.
La introducción de Forgotten Times es deudora de System of a down, a quien esto escribe le recuerda al principio de Toxicity: La primera pieza del álbum es un instrumental breve y potente, que pasa de sonidos de regusto oriental a estallar en una guitarra contundente y una batería machacona, como un martillo tratando de destrozar un yunque.
En Scars, cicatrices, nos encontramos con un crescendo de voces y guitarras que emergen del fondo, voces distorsionadas, como si el círculo del Infierno de Dante cobrase voz y nos estuviera hablando, con esa cualidad psicofonica de las voces del más allá: Inquietante, lejana y lúgubre.
Scars da paso a Lies, que a mi sinceramente me da un aire al Ramsstein más industrial, el de Links 2, 3, 4 o el de Sonne. Ill be Waiting es el siguiente puñetazo de voces distorsionadas y lúgubres, y al sonido tipo Ramsstein que mencionábamos añade scratchings al más puro estilo Linkin Park y un sorprendente cambio de tempo que añade variedad cromática y virtuosismo, poco a poco va cambiando hasta desatarse con los scratchings de nuevo y retomar el ritmo acelerado de la melodía. Las voces se sobreponen al sonido en una apretada competición donde, sin embargo, todo encaja.
Alone llega a continuación, tensa, contundente, ahondando en la complejidad de cambios de ritmo de Ill be Waiting. La batería se despliega contundente y suave al mismo tiempo, mientras las guitarras crecen, intentando ahogar la voz, en una melodía amable pero que amenaza, como ese peligro que aparece en las películas de terror de un modo no obvio, pero que sabes que esta a punto de ocurrir. Los coros me hacen pensar, aunque no tiene nada que ver aparentemente, en las escenas del videoclip de Gangsta´s Paradise, me evocan su atmosfera oscura y brumosa. Ill be Waiting da paso a Here I am: Una introducción brutal, y cuando crees que sigue, frena y da paso a un ritmo sincopado, donde, además, las voces ahora son mas claras. la nada de algunas existencias en cualquier momento, o en muchos, de nuestra existencia se reflejan con desgarro, un desgarro acentuado por el paso a una contundencia sonora no vista, hasta que llega el momento de este corte, en el resto del disco. Las guitarras quieren subir y subir, parece que estuvieras corriendo, huyendo de algo a una velocidad despiadada para tus músculos…y se acaba de golpe.
Rise se presenta con aires de Linkin Park de nuevo, para enseguida cambiar a su propio sonido, una guitarra durísima que grita, y para, y vuelve mas calmada, para dar paso a la voz, una voz pausada que aporta serenidad momentánea a un sonido hipnótico y duro, un muro de trallazos que no te deja respirar.
Acabamos con el instrumental Bones and Dust, que retoma la línea de la introducción, sonidos de regusto oriental, dan paso a una batería sincopada y un ocasional scratching. Una guitarra española aparece, para darle un aire melancólico, aunque pronto resulta amortiguada por un muro de guitarras que la intentan acallar, aunque no lo consigan y convivan en perfecta armonía.
Alberto Crespo
