

La inminente llegada de Blood Incantation a Madrid, en fecha única el 20 de octubre acompañados de Author & Punishment, nos lo pone a huevo esta vez para justificar su protagonismo en el Disco de la Semana. Bueno, en realidad nos sirve como excusa para traerles a esta sección bien entrado 2025, porque el disco se justifica por sí mismo, como quedó claro en la mayoría de los tops de los repasos de metal extremo del pasado año.
Blood Incantation es una de esas bandas que vienen a tensar las fronteras entre estilos. Es cierto que la combinación de elementos progresivos en el death metal lleva años dándonos discos enormes, pero Blood Incantation fuerza el molde con elementos muy técnicos y muy cafres de un lado, y con pasajes descriptivos y ambientales del otro. No sé si inventan algo nuevo, pero combinan elementos de forma que encuentra pocas referencias a las que comparar. El otro día le pasé los auriculares a un amigo y su reacción fue: “Bueno, suenan un poco a Morbid Angel, ah, no, espera… a Pink Floyd, suenan a Pink Floyd ahora.” No sé si muchas bandas pueden tener en su paleta de sonidos a Tangerine Dream y a Immolation; por eso les queremos tanto, porque son un poco como nuestro programa.
El cuarto disco de los de Denver supone un viaje psicodélico hacia los confines del cosmos y el interior del ser humano. Se organiza en dos largos temas con sus correspondientes movimientos. The Stargate propone cruzar un umbral de conocimiento, y The Message plantea preguntas existencialistas que solo conducen a más preguntas.
Paul Riedl habla de la influencia en su música del cine de Herzog; por añadir mi visión a la suya, en términos cinematográficos, diría que este viaje podría ser un 2001: Odisea en el espacio en el que la puerta interdimensional lleva a través de nebulosas al centro del Begotten de E. Elias Merhige. Tal vez el videoclip que te enlazo pueda darte pistas más concretas…