

Hicimos una pequeña escapada a Londres para cumplir algunas cuentas pendientes. Visitar los estudios de Harry Potter y ver, por fin, el musical de Matilda en versión original, después de nuestra experiencia con la versión doblada en Madrid.
Pese a que nos conocemos la obra al dedillo, he de admitir que pasamos alguna dificultad en los momentos más rápidos del endemoniado acento de los padres de la prota, pero unas por otras, al fin la experiencia inmersiva completa, ya que gran parte de los textos del musical no se comprenden si se omiten los juegos de palabras.
Conste que no estoy echando tierra sobre la versión española, porque nos pareció absolutamente genial, es más, algunas de las adaptaciones a nuestro contexto redescubren el texto de forma muy divertida.
Es probable que muchos sólo tengáis la referencia de la magnífica versión cinematográfica de Danny DeVito, y quiero animaros a profundizar en el musical (también hay versión muy digna para la pantalla a cargo de Matthew Warchus) y por supuesto del libro original. La acidez de Roald Dahl y su fina crítica en defensa de los niños listos en una sociedad cada vez más estúpida hace que Matilda siga manteniendo su vigencia casi cuarenta años después de ser escrita.

Pero el sentido de Matilda es precisamente dejar a las niñas listas opinar, voy a dejar que sea Sintra la que os cuente sus impresiones, algunos días después de regresar de un viaje que probablemente recordaremos para siempre:



Podría empezar hablando de las impresiones o de la enorme cantidad de aplausos, pero esta vez voy a empezar por el principio.
En nuestra casa nos encanta Londres, así que habíamos decidido volver a ir para allá a visitar los estudios de Harry Potter e ir a un par de museos que no nos había dado tiempo a ver la ultima vez.
El caso es que cuando estábamos en el Science Museum mientras observábamos el péndulo, a mi madre le salió una notificación con una oferta para ver el musical esa noche; en casa habíamos hablado varias veces de ese tema: que si íbamos a ir, que si no, que si ya veremos … entonces mi madre le pregunto a mi padre que si al final íbamos a ir, y unas horas horas después nos encontramos delante un cartel gigante de Matilda .

El pasillo del teatro estaba lleno de gente y decorado de libros que tenían como portada las letras.
El teatro era enorme y nos tocó cerca del final, lo cual era bastante guay porque se veía todo el escenario muy bien. En aquel momento no me sabía las canciones muy bien porque sólo había visto la versión en castellano y la cinematográfica, pero después de esa experiencia me las aprendí todas de memoria. En cuanto a las versiones, recomiendo mucho la que se puede ver en Netflix porque está muy bien adaptada y tiene tramas que no hay en la peli original, también profundiza mucho en la historia del pasado de Miss Honey, haciendo la película / obra de teatro más emocionante.
Todos los actores lo hacían muy bien y hacían que la obra resultara creíble, incluso que en algunos momentos quisieses llamar a la policía para denunciar el maltrato a los niños.
Dicho esto me despido y os recomiendo que veáis las tres versiones de Matilda.

Fotografías del Facebook Oficial del Musical del West End
Texto en cursiva: Sintra Sánchez