

Encaraba la segunda jornada ya con el modo festivalero activado, así que intenté ver qué se cocía en los acústicos de la Plaza Mayor de Villena. Cocer es el verbo correcto, ¡porque vaya calor! Pero ver no es lo que hice, porque me quedé durmiendo más tiempo y solo llegué a ver como desinflaban sus toneles gigantes los folki fiesteros de Lèpoka. Era un grupo que quería ver: folk, fiesta y artículos inflables gigantes, es la fórmula perfecta para interesarme. Así que me limité a pillarles un par de CDs del merchan mientras se despedían sonando la “Mayonesa” de Chocolate Latino (dato que por supuesto he tenido que buscar).

Ya por la tarde, y habiendo dormido algo más, pude escuchar los primeros acordes de verdad. En el escenario principal estaban tocando Imminence, pero a continuación era el turno de dArtagnan, gran plato fuerte para mí, así que me posicioné cerquita de la barrera de ese lado y no os puedo reseñar mucho de ellos. Me recordaron bastante a los australianos Ne Obliviscaris (que ya tuve ocasión de ver en un Vagos), básicamente por la brutalidad y por el uso del violín. En este grupo, de origen sueco, quien se encarga de este inusual (en el metal no folki) instrumento es el cantante Eddie Berg. Pero no es el único que usa un arco, el guitarrista también se apunta a ello al más puro estilo Jimmy Page, pero sonando totalmente opuesto eso sí. También difieren de los australianos en que su estilo es más metalcore, y para ser un estilo en el que no me muevo mucho, me gustaron. Me hicieron gracia dos cosas: como alentaban desde el escenario a los pits meneando el arco (ni el mismísimo Ara Malikian); y ver un poco las caras estupefactas de los fans de dArtagnan que me rodeaban y los de Heilung que hacían cola para el stand de firmas muy disfrazados para la ocasión.

Los alemanes dArtagnan son con mucha probabilidad el principal motivo de que estuviese este año de vuelta por la tórrida Alicante. Salieron anunciados en la primera tanda de confirmaciones, así que no me lo pensé demasiado y me pillé el abono. Soy fan de este grupo desde antes de la pandemia, más o menos cuando estudiaba alemán en la uni, y los he visto crecer desde entonces (en la distancia claro, porque ha sido prácticamente este año que han dado el salto de dar conciertos fuera del circuito alemán/suizo/austriaco).

El concepto detrás de su música es el rock mosquetero, siempre han sido 3 músicos al frente (liderados por Ben Metzner) más batería, guitarra eléctrica y bajo. Fueron recibidos por cánticos de “eran uno, dos y tres, los famosos mosqueperros”, que apagaron rápidamente con su “Ruf der Freiheit”, himno piratesco que nos puso a todos saltando y coreando desde la primera nota. Sonaron otros temas de su último disco del año pasado como “Coeur de la mer” o “Herzblut”, quizás demasiados para mi gusto, yo habría preferido un setlist más retrospectivo de su trayectoria al ser la primera vez que vienen a España, pero no se puede tener todo. La más vieja que tocaron es el “Was wollen wir trinken” de su segundo trabajo, momento en el que Ben bajó a la pista y se puso en el centro de un circle pit mientras cantaba (he de decir que rodeado de personal de seguridad…).


Otro momento destacado es cuando tocaron “Mosqueteros”, tema en el que colaboran con Rafa Blas de Mägo de Oz y que recientemente han sacado con letra entera en castellano (versión que cantaron aquí). Durante la canción sacó una bandera de España con la flor de lis que usan de logo (muy borbónico, digo bonito). Cerraron con su versión del “Hey Brother” de Avicii, tema un poco más lento pero que hizo las delicias de todos, redactor incluido.

Me fui a merendar antes de hacer cola para que me firmasen los seis mosqueteros que acababa de ver. De fondo estaban ya dando caña las japonesas de Hanabie, me quedo con las ganas de verlas otra vez mejor, porque lo que vi por las pantallas y lo que escuché me gustó bastante.
Pasado el rato llegó el turno de The Halo Effect, el otro proyecto de Stanne con el que ya van tres veces que le veo en un año a este pedazo de cantante. El estilo de este grupo ya íntegramente sueco tira hacia el death metal melódico. No tienen teclados en directo pero las armonías de las guitarras dobladas ya bastaban para que sonase cañón aquello. Tocaron temas de su disco debut de 2022 y también del de este año, como “Detonate” o “Cruel perception”, que a mí me sonaron más cañeras y con un punto de velocidad por encima del resto. Tengo que escuchar más a fondo este grupo y seguirles la pista porque parece que van para arriba a ritmo vertiginoso. Si ya me había caído bien Stanne en las ocasiones anteriores, aquí le pude ver ante un gran público desenvolviéndose exactamente igual. Incluso se le notaba más agradecido si cabe, habiendo un momento en el que se quedó él solo en el escenario absorto mirándonos mientras la canción iba apagándose. Muy buena conexión la que se creó aquella tarde.

Como quería estar cerquita para Heilung, el siguiente concierto lo viví desde la distancia de ir a por la cena y desde una posición más esquinada. Además, no hubo mucho ambiente porque es una banda poco rodada en realidad, Miracle of Sound. Aun así, os dejaré mis impresiones. Se trata del proyecto personal del irlandés Gavin Dunne, que lleva tiempo labrándose un hueco entre la música de youtube y de videojuegos sobre todo, pero que como banda para festival comentaba que este era su segunda aparición después del Wacken, casi nada. Pese a esa falta de rodaje, la propuesta es muy ecléctica e interesante, tocando distintos palos y temáticas, pero siempre con una vibra folki y épica. Algunos temas tiraban más a lo céltico, otros a lo vikingo y otros a lo piratesco. También mezcla varios idiomas en sus composiciones. Para lo nervioso que se le notaba, cantó muy bien y por lo menos a los que estaban más arrimados les ganó de lleno. La banda que le acompaña también estuvo muy bien y me voy a parar a mencionar a la teclista, que estaba muy animada, para destacar como, en esta edición del Leyendas al menos, estábamos viendo muchas mujeres actuar, lo cual no es la tónica dentro del género tristemente.

Llegaba otro de los platos fuertes del festi, aunque no para todos como ya voy a comentar, el grupo de folk experimental internacional, aunque con base en Dinamarca, Heilung. Hace tiempo que me aficioné a estos sonidos primitivos de artistas nórdicos como Wardruna, Hedningarma o Eivor. Definitivamente no era la ocasión predilecta para verlos, porque un festival de corte metalero no genera el ambiente idóneo para disfrutarlo del todo. Constantemente sonaban comentarios a voces, cuernos soplados desde el público, la gente pidiendo en la barra, la carretilla transportando barriles de cerveza detrás… con lo que solo pude sumergirme en la música que proponen a ratos. Antes de empezar habían montado la escenografía detrás de una lona, para aumentar la sorpresa. El escenario estaba lleno de estructuras de huesos o ramas para las percusiones y los micrófonos y un gran círculo tapizaba el centro del suelo.

Los primeros personajes en aparecer fueron un cantante y un bailarín, que se dedicaron a purificar el espacio con humos que encendieron allí mismo. Acto seguido pasaron el resto de componentes y empezó el ritual; Un ritual de música primitiva y danzas espontáneas o coreografiadas según convenía, que cuando te atrapaba te transportaba a lugares lejanos o muy cercanos, a personas presentes y pasadas… y un montón de cosas difíciles de explicar con palabras. Hubo momentos en lo que destacó fue lo imponente de ver a seis o siete tiparracos esgrimiendo lanzas y escudos en todas direcciones; otros en los que el protagonista era el fuego que llenaba una espada cual antorcha; y otros en los que era la cantante con ese estilo tan particular y ese atuendo tan enigmático la que se llevaba todas las miradas. En el flanco izquierdo estaba el que entiendo que es más el alma compositiva o director de aquello, porque se encargaba de unos teclados y aparatos perfectamente disimulados entre el entramado de ramas y huesos. Al extremo opuesto solían ponerse las coristas, y en el círculo central era donde se desenvolvía la magia con los cuerpos cruzándose y mezclándose. Con el tema “Anoana” la distribución tenía a la cantante en un trono en el centro tocando una especie de lira, imagen que me recordó bastante a cierta producción de la Norma de Bellini… para que veáis como puede divagar uno en este ambiente.



Al acabar el concierto la sensación general era como de desasosiego, después de haber reflexionado durante casi dos horas sobre quiénes somos y de dónde venimos, algunos nos fuimos a dormir ya porque ¿para qué más en realidad? ¿qué sentido tenía aquello ya? Otros seguramente optaron por enterrar ese mundo de sensaciones con más música en directo, lo cual también es respetable.
Voy a intentar recomponerme un poco para ponerle los mateítos al jueves: 7 (la reseña anterior en realidad eran 6… podéis imaginar cuántos habrá en la próxima).
Mateo