

Son las ocho de la tarde y la cola para entrar al musical ocupa gran parte de la plaza Jovellanos. Apuran la apertura, hasta el último momento, pero tenemos la oportunidad de ver de cerca como el cast se hace algunas fotos delante de la cartelería del teatro.

La ocasión de tachar El fantasma de la ópera de nuestra lista de musicales se presentaba en bandeja, y no la dejamos pasar, ya que es uno de nuestros favoritos de Andrew Lloyd Webber (Jesucristo Superstar, Cats, Evita…), un compositor que siempre supo conjugar muy bien los temas clásicos con la cultura popular. Prueba de la permanencia del tema central en nuestro ámbito son las versiones que han realizado Nightwish o Lacrimosa. Tal vez estés pensando también en Iced Earth o Iron Maiden, aunque en su caso habría que hablar más bien del impacto de la novela original de Gaston Leroux, publicada en 1910, de la que existen numerosas adaptaciones además de la musical; desde la película muda de 1925 protagonizada por Lon Chaney padre hasta la dirigida por Joel Schumacher hace un par de décadas, sin olvidar, por ejemplo, la de Terence Fisher en 1962.
En lo estrictamente musical, también puedes encontrar curiosas referencias al Fantasma en temas de Impellitteri, Dreams of Sanity e incluso una versión bastante gamberra de Me First and the Gimme Gimmes.
Con más de 600 representaciones a la espalda, Lets Go ofrece una experiencia inolvidable, muy cercana al montaje original, superando siempre la dificultad que supone traducir un musical. El escenario giratorio resulta impresionante, aunque en esta función nos dio un susto y dejó de funcionar durante algunos minutos, como si el propio Erik hubiese intentado sabotear la obra.
El libreto de Webber, junto con los efectos de luces y los telones de fondo, funciona perfectamente en ese punto medio entre la ópera clásica y el musical moderno en el que se sitúa la obra. Estrenada en 1986, en ella Webber repite el truco que ya utilizó en Jesucristo Superstar: traer temas clásicos a estéticas más contemporáneas. El juego de representaciones dentro de la representación permite entrar y salir de la cultura operística hacia influencias de bandas en auge (hubo polémica por la presunta inspiración en Meddle de Pink Floyd), además de la inclusión de batería y sintetizador, y probablemente cierta inercia de la cultura gótica y postpunk en su planteamiento.
De cualquier manera el Fantasma sigue funcionando como el primer día, porque afronta el gran tema del aspectismo, llevando el tema clásico de La Bella y la Bestia al desgarramiento del romanticismo, con un personaje central destruido también interiormente al tener que vivir marginado y escondido pese a su genialidad intelectual.



Fotos de la representación del Facebook Oficial de la Compañía