

Son las ocho y pico de la tarde y la verbena de las fiestas de mi pueblo está a punto de empezar. Buen momento para huir. Busco una ventana con un plan alternativo y recuerdo que en Torrelavega está a punto de comenzar Hibernia. Parece que poco a poco las cosas se animan ahí, porque bien cerca, el inquebrantable Groez está programando a False Pretense. Me cruzo con mi amigo Txutxy que se ha hecho el doblete, porque los horarios más o menos coinciden.
Me dice Ramón del New Moon que tiene intención de programar con más frecuencia en los próximos meses. Me alegra mucho la perspectiva de cara al invierno, porque llevamos unos años en los que muchas semanas no había otra que saltar a Unquera o Santander si querías ver algo.

Hibernia han reorganizado otra vez su clan y nos encontramos con caras nuevas, llamando especialmente a atención el cambio de Frontman, que se ha adaptado perfectamente y hace sonar los temas que ya conocíamos sin ningún problema.
El set, sin embargo, va alejándose del pasado, dejando muy pocos temas de los que aparecían en su primer disco, y reeplazándoles por las nuevas composiciones, como su reciente single Dea Dama, y un buen puñado de otras que no conocíamos pero se van abriendo hueco.

Los esfuerzos de la banda fueron evidentes, a pesar de que el sonido llegó bastante embarullado. Una banda con dos guitarras, teclado, flauta y violín nunca es fácil de sonorizar, y al inicio del concierto había que hacer un acto de fe, para intuir los temas, aunque de manera paulatina fue mejorando, llegando a conseguir un sonido razonable más o menos a partir de la mitad. Los temas más tranquilos, como The Cold Snow Falls, fueron los que llegaron de forma más nítida, dejando apreciar la calidad de Hibernia sin impedimentos ambientales.
Pese a las dificultades de sonido, y la anécdota de la pantalla trasera que se empeñaba en poner vídeos de Lola Indigo en lugar de su logo desviando la atención del respetable (mejor mirar a Lola que a tipos sudorosos, donde va a parar), consiguieron salir victoriosos, creando un ambiente festivo al final del bolo, con Flavio subido en la barra arreándole al violin y media banda metida en el pogo.



Salgo con la sensación de que Hibernia tienen un gran camino por delante si estabilizan la formación. Sin duda la noche fue difícil, pero esas batallas son las que más curten. Espero poder verles pronto en un escenario grande, con el viento a favor y poder disfrutar de su música con la técnica remando de su lado.