

En la retahíla de festivales que se dan en verano, y sus respectivas crónicas, no podía faltar este año uno de los míticos y que más afluencia tienen en este país dentro del género, el Leyendas del Rock de Villena (Alicante). Y digo que este año no podía faltar porque el cartel a priori promete: dentro de la marcada tendencia que arrastran hacia el folk/power, lo acojonante es que tocan casi todos los que a mí me gustan, para que nos vamos a engañar. Entre ellos, la dupla del Mittelalter alemán actual de dArtagnan y Feuerschwanz, los más clásicos Cruachan, powermetaleros alemanes como Powerwolf o escandinavos como Battle Beast o Beast in Black… y un montón de otras bandas que no solo me van a servir para descansar entre bolo ansiado y bolo emocionante, sino que seguro que descubro alguna cosilla que me guste y que pueda añadir a la lista.
Pero no nos adelantemos todavía. Voy a contaros el miércoles, que en apariencia era bastante flojito, pero ha sido muy entretenido.
Calculando por seguridad el tiempo del desplazamiento entre el hotel y el recinto (para no achicharrarse mucho), me dispuse caminando hacia allá buscando las pocas sombras que había. Una vez allí también se hacía prioritario encontrar resguardo del sol y por suerte la sombra proyectada por los escenarios todavía no estaba muy llena de gente esperando a que esto empezara con Warkings.

Este cuarteto medio alemán/austriaco fueron la manera perfecta de arrancar el festival e ir animándose al son de las canciones sobre batallas, sangre sudor y arena. Y es que musicalmente la propuesta es sencilla: power metal con voces de registro medio/agudo y muchas partes coreables (con eso no hay fallo); y estilísticamente y lo que viene siendo el lore de la banda ya es más ambiguo, porque van caracterizados como personajes de tiempos históricos, pero no los que verías en un museo, más bien los que se ven en videojuegos o películas de Hollywood. Pese a su corta trayectoria, tienen varios álbumes editados y su setlist está lleno de hits como “Sparta”, “Spartacus”, “Hephaistos”, “Gladiator” o “Fight”. Esta última canción (inspirada extrañamente en el Bella Ciao) la introdujo de una manera muy encantadora el bueno del cantante y frontman Máximo Décimo Meridio (al menos ese es el disfraz que lleva): llamó a un niño del público a subir al escenario y puso a toda la gente a practicar cómo corear el estribillo y le concedió al chaval la decisión de salvarnos pulgar arriba o condenarnos a morir por la espada (lo cual hizo). El caso es que la gente sí que se estaba animando y por eso en líneas generales creo que fueron un gran opener para el festival. Por último, quiero mencionar a la cantante que sube en varios temas a cantar con ellos, Morgana Le Fay, que lo hace mejor de lo que me esperaba, tanto el registro lírico como el extremo.
Me cambié de recinto al New Rock (antiguo Mark Reale) porque tenía curiosidad por este grupo de monjas metaleras. No era el único, porque la descampada fue considerable y esta pista de futbito se llenó hasta arriba esperando a que empezasen, viendo un rato de The Butcher Sisters, que me gustaron, pero como solo vi tres temas, no los voy a reseñar.
Dogma es una enigmática banda internacional (hay que ahondar en internet para saber quienes son, por lo menos sabemos que vienen de latinoamérica). Deben sus apodos a figuras femeninas oscuras como Lilith o la succubo Abrahel, en línea con su intención provocativa en el aspecto estético (he dicho monjas pero dudo que ninguna hermanita vista nunca así), porque la música no me resultó tan destacable (no las había escuchado mucho y quizás esperaba algo más extremo). Sobre el escenario lo dieron todo, son muy expresivas y la gente estaba muy metida en el concierto. Tocaron su versión de Madonna, que si ya es una artista controvertida con la iglesia, ver su tema interpretado así daba que pensar y seguro que habría hecho santiguarse a más de un obispillo. También tocaron un medley de temas míticos que habían ordenado para empezar con el “Crazy Train”, “Paranoid” y “War Pigs” de Ozzy, lo cual hizo que la gente se emocionase y sacasen todos los móviles para grabar. El medley se me hizo un poco largo, además siendo solo instrumental. El caso es que sus temas originales estaban muy bien, podrían haber tirado más por ahí. La cantante soltaba unos gritos de desesperación al final de cada tema que desgarraban el alma. Se fueron del escenario al acabar sin decir nada, sin fotito y con ese carácter enigmático que os mencionaba. El comentario general entre el público es que para otra vez esta banda se merece ya dar el salto al escenario grande.


Volví a los terrenos del escenario principal y pillé a mitad a la banda Kublai Khan. Estos tejanos metalcoretas tenían al público patas arriba y corriendo de un lado a otro. Matt Honeycutt al micrófono se hizo buen cargo de ello. Si en las dos reseñas anteriores he hablado de la caracterización, aquí también es digno de destacar: bigotitos, camisetas de tirantes blancas, gorras de visera y ¡hasta el acentillo sureño lo clavaban! Musicalmente me parecieron un cañón: riffs llenos de velocidad y armónicos; baterías pesadas y voces que en repetidas ocasiones se tornaban en ladridos. Comentaron que el bajista no era el habitual por una baja de paternidad. Terminó el concierto pidiendo a la gente que hiciera el gesto de la victoria tumbado (a saber si tiene algún otro significado, porque allí hacen gestos de compadreo todo quisqui).

Llegado a este punto hice una cosa insólita pero que me vino muy bien. Después de darme una vuelta por los puestos de merchan decidí volverme al hotel a vaciar regalitos y asearme un poco (no sabía que en los baños no se dignan a poner papel… y en general hay muchas cosas que no sabía a nivel organizativo porque la info de la web oficial es pobrísima y en los foros la gente solo puede comentar cómo eran las cosas en ediciones pasadas). Regresé al polideportivo con energías renovadas y fui a la barra del New Rock porque había comprobado que era más ágil. Iban a empezar Cemetery Skyline y sin tener ni idea de lo que era, decidí quedarme a verlo.


Fue una decisión acertada. A los pocos minutos me di cuenta de que el cantante no era otro que Mikael Stanne, al que ya conocía de su paso con Dark Tranquility por Santander. Sabía que iba a tocar en el festival con The Halo Effect, pero desconocía la existencia de este otro proyecto que resulta que también es un supergrupo, aunque me quería sonar que lo había contado Oskar en la radio… Lo forman músicos consagradísimos en bandas de Suecia y Finlandia, y en esta ocasión al bajo estaba Peter Iwers, también de The Halo Effect porque el habitual estaba ocupado o algo.Me encantó comprobar como Stanne también brilla en este registro más limpio, y los coros también estaban muy bien por parte del guitarrista. Pero es que no solo destaca por su voz, es su actitud tan sonriente y positiva con lo que me ganó, y además eso lo tiene indistintamente de que cante cosas más brutas como en Dark Tranquility, o cosas más synth/pop/gótico como era esta noche. Todos sus temas sonaban impresionantes, y la cover que tienen de Roy Orbison, “I drove all night”, nos dejó a todos boquiabiertos. Tuvo a mitad del concierto un problemilla con el micro principal y desde entonces sonaba más bajito. Así que si ya de por sí se cuela el sonido del escenario principal, en cuanto empezó WASP la mezcla era atronadora. Esperé a que acabara el concierto y salí corriendo para ver a Blackie Lawless y compañía, a ver es qué estado me los encontraba después de 10 años desde que los vi por primera vez.


Según me acercaba estaba Blackie con un discurso muy largo sobre promotores y demás, explicando qué tipo de concierto iban a dar esa noche. Iban a tocar el álbum de debut en su integridad, algo que como comentó más adelante no lo van a repetir nunca, así que nos podíamos considerar unos privilegiados de ser testigos de ese momento de historia (quizás se estaba viniendo un poco arriba). El caso es que me posicioné delante del escenario y seguía hablando (y eso que hay bastante distancia entre el New Rock y el principal), así que pensé que al menos no me había perdido gran cosa… pues resulta que como comentó él en otro de sus discursos entre canciones, lo que habían tocado para abrir era el “I wanna be somebody” precisamente. Era el primer headliner del festival en aparecer y por tanto la primera gran producción escénica en desplegarse. La banda estaba secundada por unas lonas con viñetas vintage, que como no estoy muy puesto en la banda no sé si se correspondían con imágenes de esa época de su discografía. Lo que sí que era claramente de cada época eran los videos que proyectaba a espaldas de los músicos, y Blackie se quedaba mirando su versión 40 años más joven bastantes veces. A parte de los temas del disco, tocaron más temas míticos como “Wild Child” o “Blind in Texas” o su versión del “The Real Me” de los Who. Una vez vista la evolución de la banda en estos 10 años, parece que han recuperado un buen estado de forma.
Aunque sabía que quedaban varios conciertos, el de Lord of the Lost es el que tenía apuntado como imprescindible y digno de cerrar mi jornada festivalera. Es un grupo que vengo siguiendo y concretamente su directo editado del Wacken me había puesto los dientes largos de lo que podía ver en Villena.

Lo único que falló fue el tema de las guitarras y bajos que usan en consonancia con su estética gotiquilla, porque resulta que la aerolínea se los había perdido y estaban tocando con instrumentos prestados por los Warkings, todo lo demás estaba al detalle. Chris Harms iba perfectamente encorsetado y ataviado en general, y cantó con una energía desmedida. Tienen un nuevo miembro a las guitarras y teclados adicionales (al menos respecto al citado directo del Wacken) y la verdad es que completa la formación y el sonido de la banda muy bien y le quita al cantante de tener que preocuparse por añadir guitarras en ciertas canciones y cantar con total libertad. Tocaron muchos temas consagrados como “Loreley” o “Drag me to hell” y nuevos como “Light can only shine in the darkness” en la que colaboran con Sharon den Adel de Within Temptation, pero como ellos no llegaban hasta dentro de dos días, nos quedamos sin posibilidad de dueto esta noche. Lo que sí tuvimos, y me hizo bastante ilusión, fue la versión de Iron Maiden “Children of the damned”.



Y como había elegido este concierto para acabar, y ya empezaban los primeros bostezos, aquí van los mateítos de rigor del miércoles leyendero: 5. Estaos atentos que al ser un serial habrá más, y disculpad la calidad de las fotos pero mi móvil da para lo que da.
Mateo