

Como todo lo bueno, al festival también le llega su final. Y este sábado era una despedida hasta el año que viene, pero para nada teñida de tristeza, sino que llena de buenos conciertos y bastante cansancio también. Como ya llevo exactamente 5268 palabras escritas hasta ahora sobre esta edición del Leyendas, es posible que tengáis que escusarme una crónica menos sucinta en esta última ocasión. Además aproveché el sábado para hacer gran parte del compadreo que no había hecho el resto de días, así que si mi actitud de chill en general estaba siendo bastante marcada hasta entonces, se acentuó un poco más.
De chill precisamente estuve en el último concierto de la Plaza Mayor, al menos lo que me permitía el sol contra el rostro y todos los miembros correctamente protegidos con crema. Tocaban Celtian, a los que ya había visto en el 2019 en el New abriendo para los maños Salduie. Yo hacía tiempo que no los veía y podía ver la evolución positiva y el crecimiento del grupo estos años; la gran mayoría del resto de la gente de la plaza les había visto la noche anterior (o madrugada de ese mismo día más bien) cerrando el escenario principal en set “eléctrico”. Por lo tanto un detalle que me llamó la atención sobremanera fue las caras de sueño que tenían algunos de los integrantes, pero he de decir que sacaron el bolo con sobrada profesionalidad y dando un rato entretenido además, a pesar de que tuvieron varios problemas.




El más relevante por su gravedad es que, cerca del final del set, Xana la cantante paró en seco para avisar de que atendiesen a una persona del público que se había desvanecido. Fueron unos momentos tensos en los que desde arriba iba diciendo que se apartase la gente para dejar pasar la ambulancia que tuvo que acudir. Es posible que la respuesta hubiera sido más ágil si estuviese alguien de cruz roja/protección civil/policía o similar de manera habitual en estos conciertos del mediodía, pero no estaba siendo así y como no sé a nivel organizativo cómo se debe gestionar eso, no me voy a meter más. Después del trance nadie estaba muy animado para seguir, pero nos tocaron unas cuantas canciones más y el show se alargó sobre la hora prevista. En general me gustó mucho y me alegro de haber aguantado en esta ocasión hasta el final. Van a seguir con la gira del disco unos meses más y para cerrar grabarán un DVD en directo, tiene muy buena pinta lo que podremos ver ahí.

En esta última ocasión tenía la intención de acercarme al recinto más tarde que el resto de días porque lo que me interesaba no empezaba hasta pasadas las seis de la tarde. Pero como no todo se puede planificar y a veces los planes se desbaratan, acabé llegando con tiempo de sobra para ver empezar a los que tocaban antes. Se trata de los powermetaleros suecos Tungsten, a los que habría escuchado quizás en algún mix muy de pasada, pero sin prestarles especial atención. El caso es que me gustaron bastante. Son guitarra, bajo, batería y un atípico cantante. Digo atípico porque no creo que colmase las portadas de las revistas heavys (que todos sabemos que van de mirar los pareceres de las fotos y chismosear como si fuese el Cuore), pero lo que hace que es cantar y liderar al grupo lo hace genial, y además que los feos también tenemos derecho a triunfar, ¡leñe! El bajista también metía coros y voces principales a ratos que quedaban muy bien. A parte de lo que tocan, llevan muchas bases lanzadas, que iban desde unos temas al principio muy rollo sci-fi hacia otros temas más ambientales e incluso folkis como el piratesco “On the sea” (que es el que más me sonaba). La gente se fue animando progresivamente y, con las pocas nociones de castellano que tenía el cantante, fue ganándonos cada vez más. Era su primera vez en España y seguro que si les surge la oportunidad querrán repetir en el futuro. Hago otro apunte sobre el cantante, que parece que solo me he metido con su físico: fue super atento y cariñoso al acabar bajando al foso para saludar, sacarse fotos y firmar a todo el mundo que quería, un crack.



Para el siguiente bolo me acerqué otra vez a la barrera aprovechando que la gente se fue a dar una vuelta o beber o mear o lo que hiciesen. Tocaba Robse, el nuevo proyecto de Robert-Martin Dahn, el anterior cantante de Equilibrium. Y la propuesta es parecida, como la definió él mismo, metal épico alemán. Las pequeñas diferencias que encontraría con Equilibrium es que en Robse los teclados tienen menos presencia, no tienen tantas capas y se depende más de los riffs de guitarra. Escénicamente fue muy entretenido, Robert es bastante payasete y atraía todas las miradas, pero es que el resto de músicos lo estaban dando todo sobre el escenario. Como estaba tan enmimismado con la música y en primera fila no tomé notas de lo que pasaba, pero en líneas generales me lo pasé muy bien que es a lo que fui. Sí que os puedo dar un apunte que recuerdo: la bandera con el logo que tenían detrás del batería dejaba apenas entrever (porque estaba doblada de lo grande que era) un ancla… así que tendré que ahondar más en la corta discografía de este grupo (porque hace relativamente poco que Robert salió de Equilibrium) a ver si hay cosas que me puedan atraer.



A continuación tocaban Cemican en el mismo escenario. Son un grupo peculiar de origen mexicano. Mezclan instrumentos más tradicionales como flautas y sonaderas de estas que simulan jaguares de la jungla o un digeridoo con guitarras rápidas y afiladas, y letras desgarradoras sobre temáticas ancestrales de la mitología mexica y maya. Tienen un show muy bien montado con un par de cantantes que van tocados con plumas rituales y van escupiendo fuego y demás performances. Como ya llevaba mucho rato en el New Rock, solo me quedé hasta después de ver cómo ofrecían el sacrificio humano (del colega Kay del portal web Brutal Folk Metal) por la prosperidad del resto del festival y de todos los asistentes y el beneplácito de los dioses.

De la que pululaba por el recinto algo escuché (difícil eludirlo si te lo ponen por tantos altavoces) de Dark Angel, pero no me considero preparado para reseñar ni media impresión que me causasen, porque lo que estaba realmente esperando a ver era a Beast in Black. El momento llegó cuando ya caía la noche y en el cielo brillaba la luna llena. A Beast in Black ya les había visto en sala hace unos pocos años, pero es que han crecido bastante desde entonces y tienen una fanbase muy importante. Como ya dije en la otra reseña, es el proyecto que armó Anton Kabanen al salir de Battle Beast tras tres discos excelsos. Tres son también los discos que lleva ahora y en la misma línea de excelsidad, ¿para qué engañarnos? Aquí canta el griego Yannis Papadopoulos (sí aunque por ratos no lo parezca por lo agudo de su registro, es un tío el que canta), a quien Anton debió conocer por sus covers en youtube, que por cierto sigue grabando mientras se lo permiten las giras con el grupo. El resto de la banda son también muy buenos y esa noche es que lo dieron todo, se les notaba muy contentos de estar allí, en realidad exactamente igual que la otra vez que les vi. Y la gente estaba metidísima también, bailando y coreando cada tema. Tocaron muchos temas del último disco (“To the last drop of blood” o “Moonlight rendezvous” por ejemplo), temas nuevos que han estrenado más recientemente como “Power of the beast” o mi particular favorito “Enter the behelit”, y temas más viejos como el “Blind and frozen”. Sencillamente impresionantes.



Sin mucho descanso tocaba otro plato fuerte del festival, de hecho, solo me moví unos metros porque estaba en la zona entre los dos escenarios y así pude disfrutar también de los curas licántropos alemanes Powerwolf. Tenía muchas ganas de verlos porque al igual que pasaba con Battle Beast hacía 10 años que les había visto (de hecho fueron los dos grupos en el mismo Rock Fest) y desde entonces les había visto crecer. En el caso de Powerwolf más si cabe en lo comercial y en cuanto a popularidad, pero sí es posible que no tanto en cuanto a propuesta musical (al menos en los discos más recientes). En propuesta visual sí que era aquello una puta locura. Con cada canción había algo distinto: que si un órgano gigante (pero de pega); un púlpito articulado desde el que Attila el cantante nos bendecía; mucho fuego y pirotecnia; en fin, muchas cosas muy chulas y muy curradas. Aparte de las canciones, que ya de por sí suenan cañón, como “Incensa & iron”, “Demons are a girl best friend” o el “Armata strigoi”, se montaban un show bastante gracioso entre el cantante y el teclista para presentar los temas. Como punto fuerte está que lo dijo todo en un impoluto castellano (se ve que están preparando giras por Latinoamérica y demás); y como punto flaco voy a rescatar un momento un poco desafortunado en el que para presentar “Sainted by the storm” preguntó que si por esta zona del país es que no llovía nunca… Chorraducas aparte, me gustó mucho el espectáculo, porque es lo que montan estos, aunque como fan del grupo preferiría que invirtiesen más en originalidad con las nuevas composiciones que vayan sacando.

Y para cerrar el sábado y con ello estos frenéticos cuatro días de música y emoción, quedaba Angelus Apatrida celebrando su 25 aniversario con el mayor show propuesto hasta la fecha… bueno, y Lincoln Park, pero mi tren salía pronto al día siguiente. Con Angelus Apatrida tenía una deuda pendiente, y es que en el Z! solo les había escuchado desde la barrera del lado en el que iban a tocar Alestorm. Así que me fui a la grada para poder verlos tranquilamente a salvo de los macro circle pits. El show que habían prometido lo dieron con creces, luces por doquier, llamaradas y mucho humo, y sus temas sonando como apisonadoras, “Indoctrinate”, “Sharpen the guillotine” y tantos otros, alguno como dijeron ellos que hacía mucho que no tocaban.
Bueno, en realidad podían haber sido más temas, ósea un concierto más largo, pero si tocaba celebrar sus 25 años de trayectoria y habían elegido el Leyendas era porque tienen un vínculo muy especial, habiendo tocado aquí muchas veces desde la segunda edición, antes de que se celebrase en Alicante. Sonó todo perfecto, y desde la prudencial distancia, pude ver cómo la gente estaba entregadísima y corriendo como si no hubiera un mañana. Antes de tocar el último tema, “You are next”, se sacaron la fotito con el público a grito de ¡Albacete, Albacete! Y un detalle que me gustó mucho y que demuestra lo grandes que son es que en los agradecimientos insistieron en que nos quedásemos a ver a Lincoln Park para cerrar el festi por todo lo alto.
Lamento decir que no le hice mucho caso por lo que ya os contaba del tren, así que os dejo los mateítos del sábado: 9. Y como nota global al festi, con sus más y sus menos, 10 mateítos. Y os dejo también la imagen del despertar resacoso del día siguiente (porque por mucho que corriesen los de Angelus, sí que hubo mañana), con la obra del hijo predilecto de Villena, Antonio Navarro Santa Fé… no todo va a ser música.

Mateo