

La organización del cartel por días había dejado una disposición rarísima para nosotros y un buen puñado de nuestros amigos. Muchos festis suelen organizar los conciertos por estilos, agrupando jornadas que pueden atraer a público muy específico, compradores de entrada de día. Aunque lo comprendo, me viene fatal… después de un jueves matador, se avecinaba una jornada mucho más amable. Había bandas que nos interesaban mucho y otras que preferíamos ver más de lejos —dependiendo del caso—. Y como, si no todo, al menos mucho es cuestión de gustos, hicimos relevos en el frontline para poder traeros una visión menos sesgada. Os dejo con Mateo:






Abrían el segundo día del festival esta joven banda de Zaragoza: Salduie. Han tenido algún cambio de formación recientemente: desde la última vez que les vimos en el New han perdido un cantante y un guitarrista, pero, como buen grupo de folk metal, siguen siendo un porrón de ellos. Combinan los riffs pesadotes con sonidos de flautas y gaitas, y también las voces guturales con voces en limpio de registro bastante agudo.
Habían prometido por redes que iban a traer su escenografía más grande hasta la fecha, y por lo menos en tamaño no mentían: les secundaban dos torreones de asedio que parecían sacados de un Astérix o del Age of Empires; tenían las proyecciones de la pantalla muy curradas, y se habían venido con unos figurantes que salieron disfrazados de personajes tipo Vijanera, con zancos, e incluso se metieron entre el público para animar en los pogos (zancos incluidos).
Pese a su juventud, ya tienen una importante trayectoria y buenos álbumes a sus espaldas. En esta ocasión presentan su EP Dvatir, del que tocaron temas como “El agua del tejo”, dedicado a los guerreros cántabros, y también otros ya más asentados, como “Descarnatio”, su himno a Numancia, o “Hidromiel”, para cerrar.
Es una gozada ver bandas crecer así y que cada vez tengan más hueco en estos festivales importantes. Ellos mismos lo disfrutaron, no solo por tocar, sino porque también les vimos en otras ocasiones asistiendo al resto de conciertos y haciendo turismo por la ciudad.

Mateo nos entrega el testigo en los bancos de nuestra mesa de redacción y cerveza, que en esta ocasión mantuvimos siempre ocupada, jugando al juego de las sillas, mientras unos y otros nos movíamos hacia el Silver o el Copper.
Era el turno de Injector, una de esas bandas que siempre salen en las conversaciones tipo: “Hay más grupos de thrash que Crisix y Angelus”. La verdad es que lo defendieron con un par.
Llevan ya doce años de carrera y cuatro álbumes largos, pero hay cierta sensación de que están en la rampa de despegue hacia una dimensión más grande. Son una banda bastante ortodoxa, que se rige por el gran libro de riffs thrasheros, pero funcionan.
En el contexto del festi salimos con buena sensación, y seguros de que, si alguna vez nos les cruzamos en sala, nos pueden pasar por encima.



Siguientes en el escenario, Morphium, una banda a la que hemos seguido desde los tiempos de Crónica de una Muerte Anunciada, ayer fue. Me los topé en 2017 en el Kanekas y les trajimos a tocar al Black Bird en una fiesta aniversario. También pasaron por el Vidiago, así que son como de casa.
Desde su grandioso The Fall, de 2021, no han vuelto a editar un largo, aunque este 2025 pudimos conocer el single “Descending”, que presentimos será adelanto de su próximo paso. Me crucé con Alex varias veces durante los tres días de festi, pero no caí en preguntarle. De cualquier manera, esta falta de nuevas canciones tiene como contrapartida que somos muy conocedores del repertorio de su show, así que nos las cantamos todas, botamos, hicimos un puto agujero en el puto suelo, nos rompimos las cervicales y todo lo que un concierto de Morphium conlleva.
Al terminar el concierto tuvieron un gesto con el pueblo palestino, mostrando la bandera en la parte trasera de una de las guitarras. Por lo que he leído, Lujuria llevaron un pañuelo palestino en el escenario (no llegué hasta tan tarde). Creo que es importante pinchar la burbuja del festival y, al menos, tener en mente que ahí fuera se está cometiendo un genocidio de manera completamente impune. El rock y el metal siempre tuvieron ese componente de rebelión y denuncia que últimamente echo en falta en los escenarios.



Noctem venían dispuestos a sacarse la espina de la cancelación tras la InundaZ!ón de 2023. En principio iban a actuar el jueves, pero hubo un movimiento de horarios en el que terminaron cambiando su lugar con Vola, “por circunstancias ajenas a las bandas y al festival”. Nos dio mucha rabia perdernos a Vola, pero mira, si no, probablemente nos hubiésemos perdido a estos.
Yo no les veía desde el año 2012, cuando pudimos disfrutar de su show en el Costa de Fuego. Os voy a contar que en 2020 teníamos programada una visita de la banda a la II Edición de la Muestra de Bandas, que iba a tener lugar en la Plaza Roja, delante de la Virgen Grande… Y hubiese sido algo muy épico, pero nunca llegó a suceder, porque la pandemia desbarató nuestros planes, y una serie de circunstancias burocráticas y administrativas hicieron que la Muestra quedase en el tintero.
Así que les tenía ganas. Su evolución en estos años les ha ido colocando como una propuesta bien seria de black metal. Ya en el Costa parecían estar dando un paso adelante, pero los tres discos que han publicado en este tiempo lo han confirmado. Tanto escénicamente como con la violencia de sus riffs, y la suciedad y pestilencia que transmiten, merecen un lugar en la escena europea.
Lástima que no los programasen de noche.




Mi amigo Javi Prieto decía rotundo al terminar el concierto de Angelus Apatrida que están en la primera línea mundial, y yo le secundo. Que les hayamos ido viendo crecer año a año, y que sepamos que son de aquí al lado, es motivo de alegría y orgullo. Hemos visto muchas bandas en estos tres días, y hemos tenido la fortuna de toparnos con AA dos veces este año. Las comparaciones son odiosas, pero es que no se les pone nada por delante, y tened en cuenta que han coincidido en este festival con unos titanes como Exodus. Dejando de lado el legado legendario de estos últimos, el concierto de Angelus se puede poner frente a frente sin tener que bajar la mirada.
Además de todo lo dicho, está la ristra de temazos absolutamente memorables. Seguro que me repito diciendo esto, pero cuando una banda tiene que andar descartando ya canciones imprescindibles porque no les caben todas en el set, algo están haciendo muy bien.
Rememorando la frase acuñada por algún sabido en una edición pasada del Z!: “No sé cómo no programan más grupos de thrash, con lo que cunde”, nos sentamos satisfechos a cenar, mientras hordas de gente con camisetas de patitos y chicas vestidas de pirata se acercaban al Cooper. Mateo os lo cuenta:


Uno de los platos fuertes, aunque solo sea por el carácter 100 % festivalero —y porque se lo han ganado tras muchos años de dar buena farra—, eran los piratas escoceses más auténticos: Alestorm. La banda liderada por Christopher Bowes echaba ancla en Zamora por primera vez para repartir buenas dosis de diversión, melodías que harían bailar hasta a los muertos, letras desternillantes para dejarte la garganta coreándolas y un sinfín de otras absurdeces náuticas.
Para empezar, la escenografía ya sienta las bases: colores vivos en las banderas y pancartas, en acertada combinación con la vestimenta de los músicos; la “santísima trinidad” de los patitos de goma —aunque solo sea por lo increíblemente gigantes que han llegado a hacerse con la trayectoria de la banda—; y, cómo no, las macetas con plantitas que secundaban a Elliot Vernon a las teclas y coros.
Musicalmente, saben lo que hacen: tienen la fórmula bien perfeccionada, y los temas que van presentando dan buena prueba de ello. En esta ocasión tocaron los dos singles de avance de su próximo disco, The Thunderfist Chronicles (20 de junio). También rescataron temas más clásicos, para deleite de los puretillas del grupo, como Over the Seas o The Sunk’n Norwegian.
Aunque la catarsis festivalera —y quizás el momento con más crowdsurfers (“surferos de audiencias”)— fue con la cover Hangover, en la que participa uno de los pipas rapeando disfrazado de tiburón.
Se despidieron como llevan haciendo desde que sacaron Fucked with an Anchor, en 2017: gritando “que os jodan con un ancla” a los cuatro vientos. Pero ojo, que levan anclas… pero no se van muy lejos: el próximo día 29 los tenemos en el RockFest de Barcelona. Yo no me los perdería.



Tras coger algo de fuerzas, me arrastré hacia el Silver para mi colofón del día: los eternos Accept. Por la mañana, mientras desayunábamos, habíamos estado intercambiando puntos de vista. Algunos de los más veteranos rememoraban el zapatazo que supuso en su día Fast as a Shark: “Al escuchar la intro pensé que habíamos roto el disco que nos habían prestado”; “Nunca se había escuchado nada tan rápido, pensé que el plato estaba a 45”. Para alguno de ellos, un Accept sin Udo no tiene ningún sentido… Los que somos un pelín más jóvenes no lo vivimos como algo tan traumático, pero podemos entender su forma de sentir, al comparar la trayectoria de Accept con la de Sepultura.
Yo iba muy motivado. Los últimos discos me parecen excelentes, y los meto en el saco de esos grupos que mucha gente piensa que están muertos, y cuando se pone al día, flipa… Lo que os decía de Exodus, o de Kreator o Testament. Tener que sacar raza para defender tu pan día a día, en lugar de vivir de las rentas.
Os tengo que contar que ando estos días tomando un medicamento para controlar unos dolores de cabeza bastante molestos, pero decidí saltármelo el viernes para poder beber unas cervezas más tranquilo… y fue un error que me jodió medio concierto de esta peña. Pero fíjate si andaba motivado, que aun así llegué a las primeras filas en tres ocasiones, para luego salir atrás a coger aire.
Lo visto en el escenario fue excepcional: una lección de clase de auténtico Heavy Metal, con perfecta coordinación del trío de guitarras. Hoffman, legendario. Tornillo, súper encajado en su papel: saca adelante los clásicos sin clonar a Udo, y les añade su propio toque, lo suficientemente cercano como para no resultar extraño.
Y luego, claro, se sacan de la chistera un Princess of the Dark o un Balls to the Wall, y aquello se viene abajo. En cuanto pueda, repito.


Llegaba el turno de Saurom… El folk metal que practican no está entre mis estilos favoritos, pero como explico siempre, en concepto de concierto de una o dos bandas soy capaz de sacarle jugo a cualquier grupo bueno, toquen lo que toquen. En un festi tan grande, al final hay que elegir y medir las fuerzas. Me causaba curiosidad que su último disco esté basado en El Principito (¿sabéis que tengo una colección de Principitos en diferentes idiomas que supera los treinta ejemplares?). De cualquier forma, mi dolor de cabeza se había ido de madre y decidí irme a descansar. A pie de valla quedó Maya, que os lo cuenta:
Una de las bandas que teníamos ganas de ver la noche del viernes era Saurom. Hacía unos meses que les habíamos tenido tocando en Cantabria y entonces nos dejaron muy buen sabor de boca. Abrieron con El Principito. Hubo algunos problemas con el sonido, ya que costaba oír a Miguel, su vocalista, aunque poco a poco se fue solucionando. Estuvieron acompañados por una pantalla gigante al fondo, donde iban reproduciendo imágenes. En este primer tema no pudimos apartar la vista de ella, ya que proyectaron la preciosa parte ilustrada del videoclip del mismo título, creado entre Alba Yolanda Fernández Tamayo y Leo Traverso Creative Art.
Continuaron con el himno Irae Dei, que pude grabar mientras saltaba y cantaba con toda la motivación. A partir de ahí, y para nuestra sorpresa, el setlist no fue para nada acertado. Tratándose de un festival, esperábamos una selección de canciones más míticas y animadas, pero no fue el caso: tocaron baladas, temas menos conocidos y más apropiados para una sala que para el Z! Live. La verdad es que eso nos desmotivó bastante, tanto a nosotros como al público, al que observábamos con empatía.
Vimos a un Joselito en la parte trasera del escenario bastante tímido para lo que nos tiene acostumbrados (suele danzar, saltar y correr de lado a lado en el escenario); vimos a un irreconocible Narci con barba larga cual pirata, y disfrutamos de los riffs de guitarra de Raúl. Algo a destacar de esta banda es su actitud, calidad y profesionalidad en cada actuación.
Hacia la mitad del concierto versionaron el tema Llorona, que sonó muy bien y quedó muy bonito acompañado de un buen juego de luces. Baobabs, Todo en mi vida o El rey que no sabía mandar sonaron en la noche zamorana.
Hacia el final del concierto tocaron El círculo juglar, con el que la masa se animó y se creó un gran circle pit de gente saltando y dejándose la voz alrededor de un vikingo que acudió al festival. Tocaron durante una hora exacta, y a muchos se nos quedó una extraña sensación agridulce de no haber disfrutado del show. Tal vez fue el setlist, o tal vez esperábamos otra cosa.

Llegados a este punto, la mitad de nuestro ejército estaba muerta y la otra mitad, malherida. Aun con pocas fuerzas, unos pocos resistieron para ver a Lujuria celebrando sus 35 años sobre los escenarios, bajo el lema “El Amor es Más Fuerte”, con el que sacan pecho ante el hate de parte de los usuarios de internet.
Personalmente, y ya que andan recopilando fotos y anécdotas, nunca olvidaré cómo se echaron para adelante y sacaron adelante un concierto en la Kroker de Torrelavega con solo una pantalla de P.A., por un error de un novel organizador. Creo que ese arrojo y esa valentía son los que les han traído hasta este punto, picando piedra año tras año, tanto en los tiempos buenos como en los difíciles para el Heavy Metal. Sin duda, merecido reconocimiento cerrar la jornada del viernes.
En esta ocasión no me llegaron las fuerzas, pero a ver si nos volvemos a cruzar pronto y echamos una buena charlada, que ya va tocando.



Vídeo Salduie: Corrocksivo
Vídeo, texto y foto Saurom: Maya C. Cañestro
Vídeo Lujuria: Fernando Aparicio Hernández
Texto Salduie y Alestorm: Mateo Domingo
Fotos Salduie y Alestorm: Mateo Domingo
Fotos de Lujuria: Raúl Galván y Noelia Martínez
Foto de Grupo Tomando Cerveza: Luís Sastre