Como bien explican autores como Terry Pratchett o Neil Gaiman los dioses necesitan followers para no desaparecer para siempre en los abismos del olvido. Por mucho esfuerzo que haya hecho el cristianismo por convertirse en hegemónico, las viejas leyendas renacen una y otra vez de sus cenizas, se reconvierten y reinterpretan, pero nunca desaparecen. ¿Qué oráculo hubiese podido predecir a Rick Riordan como best seller en el S. XXI? A ese respecto, hay que reconocer que Destripando la Historia ha hecho más por extender el paganismo entre las nuevas generaciones que todos los grupos de black metal juntos. A la altura de Yule, en Santana 27, cientos de infantes cantan a cultos antiguos.


Os lo cuenta Sintra:
“El concierto comenzó con una explicación en audio y cinematográfica sobre los dioses y como se iban remplazando unos los a otros. También explicaron que los dioses como pueden ser Hestia, Hera o Poseidon se iban olvidando pero que aunque no habían desaparecido del todo nuestro deber era devolverles su gloria. La primera canción que sonó fue la de Hermes, una de las mas cañeras y esto ayudo a subir la marcha.
Si me tuviera que quedar con solo una probablemente elegiría a Atenea, pero también me gustan mucho Afrodita y Demeter.”


El formato de concierto fue más reducido que en las dos ocasiones anteriores que les vimos, funcionando ahora como banda de rock, a guitarra, bajo, batería, teclados y piano. Los guiños musicales a Muse, Elthon John, Bon Jovi, Rhapsody, Abba… hacen la experiencia aun más divertida para los que vamos acumulando años escuchando discos.
Aunque la actividad de Destripando la Historia en cuanto a la publicación de libros y vídeos musicales ha bajado un poco en esta última época, y tienen ahora la difícil tarea de mantener a un público que en su mayoría les descubrió en la preadolescencia y andan saltando a otras cosas, parece que la maquinaria de captación se mantiene fuerte, a juzgar por el puesto de merchandising, que no daba a basto a vender peluches, camisetas, posters y juegos de mesa.


Esperamos que nos quede DLH para rato, ya que, como decimos siempre, ellos triunfaron donde tantos profesores de instituto habían fracasado antes. Las viejas historias mitológicas necesitaban una mirada nueva y fueron ellos los que consiguieron que chavales que a penas levantaban un palmo del suelo se plantasen en el Museo del Prado y fuesen capaces de explicar sin inmutarse la historia de El Juicio de Paris ante la mirada atónita de sus padres.


Oskar y Sintra Sánchez
